martes, 3 de noviembre de 2009

Cómo tener al insomnio bajo control


En los últimos años aumentó la cantidad de gente que sufre insomnio y, en 2009, la crisis alteró el sueño nocturno de más personas inclusive. Hay una estimación abrumadora y es que en la Argentina, el 40 por ciento de la población tiene problemas para conciliar o mantener el sueño. Al mismo tiempo, a esta altura del año aparece la idea de que, en poco tiempo, la vorágine diaria va a parar y se cargarán las pilas en 15 días o un mes de vacaciones. Sin embargo, sería bueno tener en cuenta algunas medidas y señales del sueño, para ayudarse a uno mismo. La principal causa del insomnio transitorio es el estrés, mientras que el crónico (aquel que dura más de tres semanas) se relaciona con problemas de salud, psicológicos o psiquiátricos. Las dificultades para iniciar o mantener el sueño se dan en todas las edades, pero la incidencia aumenta con los años y son las mujeres las que sufren insomnio con más frecuencia que los hombres. Antes que las consecuencias de no dormir bien, los insomnes suelen vivir con mucho fastidio y frustración el hecho del desvelo. Luego, sufren los efectos durante el día: trastornos de memoria, irritabilidad, problemas en la coordinación motora, fatiga y, por lo tanto, dificultad para concentrarse o prestar atención, lo que implica riesgo de accidentes y, también, problemas en la interacción social, laboral y familiar. “Estos síntomas son los que llevan a realizar una consulta médica, sobre todo cuando el insomnio se hace crónico”, apuntó Cecilia Lucero, especialista en medicina del sueño y jefa del Servicio de Neurología del Hospital Privado. El tratamiento dependerá de la causa que origina el problema y, una vez hecho el diagnóstico, es posible combinar medicamentos con medidas no farmacológicas. “A menudo, el paciente tiene más de una opción y más de un medicamento disponible que lo puede ayudar. Por tal motivo -explica la neuróloga- no debe perder la esperanza si el primer fármaco no da los resultados deseados, o si experimenta efectos secundarios o inquietudes, ya que existen varias opciones para tratar el insomnio”. Hay que saber por qué “Se debe buscar la causa del insomnio, ya que el tratamiento sólo de los síntomas, sin abordar la causa principal, rara vez tiene éxito”, resalta Lucero, encargada del Laboratorio del Sueño del Hospital Privado. Las causas del insomnio son muchas y variadas; pueden ser médicas; por cuadros de ansiedad o depresión; por malos hábitos para dormir; o trastornos primarios que se relacionan, por lo general, con el cuadro crónico. Entre los trastornos primarios, se da el síndrome de piernas inquietas (SPI), “con o sin movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño -explica la especialista- y se manifiesta con hormigueos en las piernas que se alivian con los movimientos, pero es lo que dificulta iniciar o mantener el sueño”. Otras causas son la apnea central y los trastornos del ritmo circadiano, que implican alteraciones en el reloj biológico, con horarios de sueño inadecuados. Buenas prácticas La especialista detalla una serie de medidas para poner en práctica y así, dormir y levantarse reparado: Terapia de relajación: practicar meditación y la relajación muscular o escuchar música relajante antes de ir a la cama. Control de estímulos: son pasos simples que pueden ayudar a los pacientes con insomnio crónico. Ir a la cama sólo cuando tenga sueño. Si no logra dormirse en 30 minutos después de acostarse, levantarse, dirigirse a otra habitación y reanudar las técnicas de relajación. Poner el despertador para levantarse a tiempo cada mañana, incluso en fines de semana. Levantarse cuando suene el despertador. Evitar la siesta durante el día. La restricción del sueño: estar en la cama sólo para dormir y levantarse si no lo logra. Higiene del sueño No dormir más de lo necesario para sentirse descansado. Hacer ejercicio con regularidad, al menos 20 minutos al día, preferiblemente cuatro a cinco horas antes de acostarse. No forzar el dormir. Mantener un horario regular para acostarse y levantarse, inclusive, los fines de semana. Establecer una rutina relajante a la hora de acostarse. No tomar bebidas con cafeína después de la tarde (por ejemplo: té, café, mate, algunas bebidas gaseosas, chocolate). Evitar bebidas alcohólicas antes de ir a la cama. No fumar, sobre todo en la noche. No ir a la cama con hambre, pero evitar comidas abundantes y excesiva ingesta de líquidos antes de acostarse. No llevar trabajo a la habitación. Evitar comer, leer y mirar televisión en la cama. Controlar el medio ambiente (luz, ruido y temperatura). Utilizar el cuarto sólo parar dormir y mantener relaciones sexuales. No ir a la cama con preocupaciones, tratar de resolverlas antes de ir a dormir. La Voz


Fuente:

Los Andes

3/11/09



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