viernes, 23 de mayo de 2008

Cómo dejar de fumar y vivir 10 años más


Estudios del Consejo Nacional contra las Adicciones de la Secretaría de Salud revelan que cada día mueren 165 personas por enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
Por ello, lo invitamos a que deje de fumar e incremente así 10 años su esperanza de vida.
Los resultados de la última Encuesta Nacional de Adicciones en México (ENA 2002) indican que 27% de la población adulta de 18 a 65 años es fumadora, lo que se traduce en 17 millones de personas.
A su vez, pronósticos de la Secretaría de Salud (Ssa) advierten que, de continuar la actual tendencia, hacia el año 2020 ocurrirán más de ocho millones de fallecimientos en el mundo a causa de padecimientos asociados al consumo de tabaco; de ellos, 7 de cada 10 se presentarán en países en vías de desarrollo, como el nuestro.
“La realidad nos muestra que es mayor el número de personas que adquieren la adicción (se estima medio millón anual), que aquellas que la abandonan”, acota el Dr. Justino Regalado Pineda, quien se desempeña como responsable de la Clínica Antitabaco y jefe del Departamento de Investigación en Tabaquismo en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) de la Ssa, con sede en la Ciudad de México.
Cabe señalar que tan sólo en la Clínica Antitabaco del INER se atiende a 400 personas por año.
Lo grave, advierte el especialista, es que quienes dejan de fumar son reemplazados por más personas que empiezan a hacerlo, y esto hace que el número de fumadores se incremente.
Para la mayoría de la gente que decide dejar de fumar el proceso no es nada fácil; sin embargo, al contar con apoyo médico y psicológico es posible abandonar la adicción y mejorar la calidad de vida.
¿Por qué se genera la adicción? Antes de hablar de las opciones terapéuticas que existen en la actualidad para vencer al tabaquismo, es importante saber por qué nos hacemos adictos a la nicotina, misma que en opinión del Dr. Regalado Pineda, es “la droga de diseño más perfecta que existe, ya que ingresa al cuerpo e inmediatamente se activa”.
Al respecto, la Dra. Guadalupe Ponciano Rodríguez, responsable de la Clínica Antitabaco de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que dicha sustancia genera dependencia porque el organismo se acostumbra a ella y la tolera.
Ahonda la especialista: “La nicotina actúa directamente en el cerebro, en particular en el área denominada ‘del placer’ o ‘de la recompensa’; esta zona se encuentra en el sistema mesolímbico, el cual está alojado en la parte central del encéfalo”.
Ahora bien, en dicha región del sistema nervioso tenemos receptores a los que se une la sustancia adictiva; entonces, al inhalar el humo del cigarrillo, la nicotina llega al cerebro en tan sólo 6 a 8 segundos por medio del flujo sanguíneo.
Al suceder lo anterior se produce exceso de dopamina, sustancia que proporciona bienestar.
“A medida que el fumador se va haciendo adicto, se incrementa el número de receptores para nicotina, y debido a que el cerebro se va acostumbrando a la dosis inicial, cada vez necesita mayor cantidad para sentir los mismos efectos.
En consecuencia, al querer dejar de fumar se presenta síndrome de abstinencia, es decir, síntomas muy desagradables activados por la reducción súbita de la droga”, explica la entrevistada, quien menciona que este fenómeno también ocurre cuando se sigue tratamiento.
Ayuda médica Muchas personas tienen la idea de que al tomar alguno de los productos y medicamentos indicados para tratar el tabaquismo, su adicción desaparecerá como por arte de magia.
Empero, al ver que no es así, se desilusionan y vuelven a fumar.
Al respecto, la Dra. Ponciano Rodríguez señala que los tratamientos son muy efectivos, siempre y cuando se utilicen de manera adecuada y el paciente se apegue a los mismos.
“Debemos considerar que debido a que el tabaquismo es una adicción, además del medicamento (que resuelve la dependencia física) se requiere terapia psicológica que modifique las creencias y atributos otorgados al tabaco”.
A lo anterior se suma el hecho de que no todos los fumadores pueden tomar el mismo producto, pues antes de prescribirle alguno es necesario saber cuántos cigarros consume a diario, los años que lleva fumando o si está tomando otro medicamento, además de que se debe tomar en cuenta si padece alguna otra enfermedad y qué tan controlada está.
De acuerdo con los especialistas entrevistados, en la actualidad existen las siguientes armas terapéuticas:
* Deshabituantes del tabaco. Incluyen parches, goma de mascar e inhaladores, los cuales liberan pequeñas dosis de nicotina y han demostrado que, por sí solos, duplican las posibilidades de que el paciente deje de fumar.
* Antidepresivos. Tienen acción directa en el sistema nervioso central y pueden triplicar las probabilidades de que se abandone el consumo de tabaco.
Por supuesto, no hay que olvidar las técnicas de psicoterapia de tipo conductual, pues mediante ellas el paciente aprende a enfrentar los problemas, desecha las ideas que mantenían al cigarro “en un pedestal” y aprende a controlar sus emociones.
Esto último es muy importante, ya que, por lo general, se incrementa el consumo de tabaco cuando existe nerviosismo, alegría extrema, enojo o tristeza; todo ello se complementa con ejercicios de relajación y respiración.
Nueva opción terapéutica En la actualidad se cuenta con otro medicamento para luchar contra el tabaquismo; se trata del tartrato de vareniclina, que fue aprobado por la Administración para Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) en mayo de 2006, y por la Secretaría de Salud en octubre del mismo año, aunque fue en febrero de 2007 cuando estuvo disponible en farmacias.
Se trata del primer medicamento no nicotínico diseñado específicamente para unirse a los mismos receptores a los que se adhiere la nicotina, con el fin de aliviar ansiedad y síntomas de abstinencia.
Además, dispara respuesta reducida de dopamina, la cual que disminuye la satisfacción asociada a fumar.
“Se ha observado que la vareniclina cuadruplica las posibilidades de abandonar el tabaquismo.
Tengo varios grupos de pacientes que han usado el medicamento con éxito, pues les quita las ganas de fumar y, prácticamente, no tienen síndrome de abstinencia”, afirma la Dra. Ponciano Rodríguez.
Una vez que terminan las terapias se efectúa seguimiento del paciente, y si se mantiene al exfumador involucrado en su tratamiento durante un año, el éxito es mayor y existe menor riesgo de recaer.
Ansiada vacuna Si bien las inmunizaciones contra las drogas tienen su origen en la década de 1970 y la vacuna antitabaco se basa en hallazgos que datan de esa época, los primeros artículos que hacen referencia a la misma fueron publicados en 1999.
Ahí, los investigadores presentaron sus efectos a nivel experimental, es decir, con pruebas en animales.
“Primeros se utilizaron ratas, a las que se les inyectó nicotina en dosis de 0.3 gramos por kilogramo de peso, lo que equivale a dos cigarros”, refiere la especialista.
Después de 10 días se les expuso a la misma sustancia, pero en esta ocasión en forma similar al acto de fumar (inhalado).
Lo interesante es que en dichos animales se produjo inmunidad, por lo que poseían anticuerpos capaces de reconocer la nicotina e inactivarla.
“Al equipo científico le interesaba saber qué cantidad del ingrediente adictivo llegaba al cerebro, y con sorpresa descubrió que se reducía hasta 64%, lo que impidió que se originara dependencia”, prosigue la especialista de la UNAM.
Otro estudio fue dado a conocer en el año 2000. Éste fue muy similar, pero con conejos, a los cuales se les inyectó nicotina y luego se les extrajo suero para obtener el anticuerpo purificado.
Este último se administró a otros animales y se observó que sólo permitía al cerebro recibir 30% del ingrediente causante de adicción.
La Dra. Ponciano Rodríguez añade: “Lo anterior nos dice que el anticuerpo fue muy eficaz para atrapar la nicotina en cuanto llegaba a la sangre.
En la actualidad se sabe que hay dos compañías farmacéuticas que están elaborando la vacuna e, incluso, se menciona que en Bélgica ya se está probando en humanos; no obstante, los resultados no se han publicado”.
Por ahora, ambos especialistas enfatizan que las personas que quieren dejar de fumar lo pueden lograr, aunque reconocen que habrá recaídas, “pero no es porque falle el tratamiento, sino porque la industria tabacalera ha diseñado pecualiar producto que engancha a sus consumidores a no dejarlo por su alto poder adictivo”, aseguran.


Fuente:

El Porvenir

23 de Mayo de 2008



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