viernes, 7 de noviembre de 2008

AUTOESTIMA E IMAGEN CORPORAL



El funcionamiento en distintos ámbitos de nuestra existencia —relación de pareja, profesión, vida social en general— depende en gran medida del modo en que nos sentimos con nosotros mismos. La autoestima es la clave que nos ayuda a comprender nuestros logros y fracasos. La imagen corporal influye de manera directa en el nivel de aceptación de nosotros mismos y en la construcción de un buen nivel de autoestima.

Como nos sentimos en relación con nosotros mismos es algo que afecta, de manera global, nuestra vida al determinar las peculiaridades de nuestro funcionamiento en distintos ámbitos: relaciones interpersonales, el amor, la vida profesional, etc.

Este sentimiento valorativo sobre nuestra persona es lo que se denomina autoestima, y que conceptualmente ha sido definida como actitud valorativa hacia uno mismo, como sentimiento de valoración positiva o negativa con respecto de sí; también como el amor a sí mismo, o el grado en que toda persona valora la autopercepción de su propia imagen.

B. Nathaniel (1988) dice que la autoestima es la suma de la confianza y el respeto por uno mismo; refleja el juicio implícito que cada uno hace de su habilidad para enfrentar los desafíos de la vida (para comprender y superar los problemas) y de su derecho a ser feliz (respetar y defender sus intereses y necesidades).

COMPONENTES CENTRALES DE LA AUTOESTIMA

Los componentes centrales de la autoestima son la autovaloración y la autoaceptación y amor propio. Autovaloración. La autovaloración se vincula con la autopercepción de la persona que creemos ser (responde a la pregunta “¿quién soy?”), con el sentimiento valorativo que tenemos de nuestro ser, de nuestra imagen corporal, de nuestras habilidades y características de personalidad..., en general con el conjunto de elementos que configuran nuestra personalidad. La adecuación de nuestra autovaloración dependerá en buena medida del nivel de conciencia (autoconocimiento) que tengamos acerca de los rasgos y características principales de identidad y personalidad, es decir, de nuestra manera de ser.

Autoaceptación y amor propio. La autovaloración, sobre todo cuando resulta adecuada, nos brinda un cuadro de las principales características, peculiaridades, rasgos físicos, en fin, de los puntos fuertes y débiles. Sobre esta valoración o imagen personal erigimos nuestra autoaceptación y amor propio, que en definitiva expresa los sentimientos de aprecio y de amor que sentimos por nuestra persona, o lo contrario (sentimientos de rechazo y desprecio).

Aceptarse a sí mismo significa aceptar la persona que somos, valorando las cualidades y defectos, no con el afán de desvalorizarnos por estos últimos, sino para trabajar a partir de ellos en nuestro desarrollo y mejoramiento como sujeto.

El amor propio es el sentirse a gusto con lo que somos y con lo que hacemos; nos ayuda a fijar los objetivos y metas y a establecer vínculos sociales adecuados. Quererse a sí mismo resulta fundamental para poder querer y estimar a los demás.

NIVELES DE AUTOESTIMA

Nuestro nivel de autoestima puede ser bajo o alto. En el primer caso se afectará la sensación interna de seguridad y de bienestar psicológico, y nuestro funcionamiento, en distintos ámbitos, será inadecuado.

Un nivel de autoestima alto influirá positivamente sobre el sentido de la seguridad y sobre nuestro bienestar psicológico, lo que nos posibilitará correr riesgos y asumir las decisiones necesarias para una vida más productiva y armoniosa con los demás y con nosotros mismos.

Una autoestima positiva se construye sobre la base de un adecuado autoconocimiento, de la capacidad de aceptarnos tal como somos y del esfuerzo sostenido por desarrollar el potencial humano que poseemos.

IMAGEN CORPORAL

La imagen que tenemos de nosotros mismos tiene como uno de sus componentes principales la corporal, la cual representa las percepciones e ideas en relación con nuestro propio cuerpo, y juega un relevante papel en la constitución de la autoestima personal. En ocasiones la imagen que tenemos de nuestro cuerpo —o algunas de sus partes o componentes como la nariz, orejas, rostro en general, estatura, proporciones del busto, etc.— no nos complace, y la rechazamos en función de que no se corresponden con el “ideal de belleza” que predomina en el grupo o entorno social.

El modo en que nos sentimos con nuestra imagen corporal influye en la manera en que nos valoramos, y también en nuestro malestar o bienestar, en dependencia del tipo de emociones y sentimientos que nos provoca.

La imagen corporal, que también suele denominársele autoestima corporal, se va a desarrollar bajo la influencia de los siguientes factores:

Por influencia interpersonal a través de los elogios, críticas y demás valoraciones que realizan las personas significativas para el sujeto en torno a sus características físicas, el ideal de belleza y la presencia de determinadas expectativas sobre la estética corporal en el entorno donde el sujeto vive.

La valoración que el sujeto hace de su propio atractivo físico, que de alguna manera se verá reforzada, en un sentido u otro, por el grado de aceptación o de rechazo que reciba de los demás, en particular del sexo opuesto.

La influencia de los medios de comunicación social, los que juegan un papel de primer orden por sus posibilidades para imponer determinadas modas, determinados patrones estéticos mediante la utilización de modelos, personajes, etc. que representan el ideal de belleza que se desea imponer.

De manera particular, hoy los medios de comunicación se encargan de difundir un grupo de patrones, estereotipos de bellezas que suelen asociar con el prestigio social, la elegancia, el éxito, la salud y otras representaciones sociales deseables.

Así, el culto hacia la delgadez, a la figura ideal, a modelos con determinada estatura y complexión física, hace que muchas personas, en particular los jóvenes, se sientan descontentos con su figura, con su propio cuerpo, que rechazan por completo o a alguna de sus partes, lo que provoca diversos malestares que pueden llevar a la aparición de ciertos trastornos emocionales, acompañados de distorsión de la propia imagen corporal y de la búsqueda, a toda costa, del ideal de belleza, que no siempre resulta accesible o racional en función del genotipo u otras razones genéticas o culturales.

CONDUCTAS ERRÓNEAS

No resulta raro entonces encontrar jóvenes con anorexia, trastorno que no solo se caracteriza por evitar comer para no engordar, sino también por la no aceptación de sí mismo como persona, el temor de no ser aceptado por los demás, presencia de sentimientos de inferioridad, etc., que en muchos casos puede tener un desenlace fatal, y conducir su víctima a la muerte.

Igualmente se reportan como una consecuencia de los fetiches físicos impuestos por los medios, los casos de jóvenes varones con el trastorno denominado vigorexia, caracterizado por la búsqueda obsesiva del aumento de la musculatura. Estos jóvenes presentan una distorsión de su esquema corporal que los lleva a percibirse como seres enclenques distantes de la “figura ideal”, por lo que consumen gran parte de su tiempo haciendo ejercicios físicos a fin de lograr la tan deseada figura del Hércules que les presentan los medios.

También podemos encontrar a un grupo de sujetos que rechazan alguna parte de su cuerpo y recurren a la cirugía, opción que consideramos aceptable cuando en realidad existe alguna deformación física que daña la autoestima del sujeto y le crea determinado malestar; lo que no ocurre en los casos que mencionamos y en los cuales la distorsión del esquema corporal se produce por su comparación con ese ideal de belleza acuñado por los medios (bustos voluminosos, etc.).

CONSEJOS

Si bien una presencia física agradable, bella, atractiva, puede influir positivamente en la autoestima de las personas, en sus sentimientos de seguridad y también en sus relaciones y éxitos sociales, la educación debe propiciar que los jóvenes en particular no busquen de manera desenfrenada e irreflexiva la imitación de estos modelos ideales que imponen los medios, ya que en muchos casos puede conducir a la distorsión del esquema corporal, el autorrechazo, a problemas emocionales y trastornos como los que hemos expuesto.

Se trata sencillamente de que los sujetos busquen de manera racional la belleza y el atractivo personal que se consigue mediante la adopción de hábitos correctos de aseo personal; realización de ejercicios físicos de manera racional; una dieta adecuada; el orden que implica la compostura al andar, hablar, sentarse, gesticular; el cultivo del buen gusto en el vestir (que no significa necesariamente hacerlo con ropas costosas), así como también mediante el cultivo de la armonía y la tranquilidad interior.

Fuente: INFOMED


Fuente:

Mujeres

7 de Noviembre de 2008



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