lunes, 10 de noviembre de 2008

El desafío de educar hijos felices: la autoestima



Como padres, somos una pieza clave en el desarrollo de nuestros hijos , ya que podemos y debemos ayudarlos a creer firme y sinceramente en sí mismos.
Todos y cada uno de nosotros nacimos con la potencialidad necesaria para ser felices. Nuestros hijos también. Me pregunto entonces, ¿de qué depende que esta potencialidad florezca? En gran medida depende del clima en el que nuestros hijos crezcan. Un clima de confianza, seguridad y pertenencia a la familia les permite sentirse reconocidos por lo que son, por sus propios valores. Sabemos que, desde aun antes del nacimiento, nuestros hijos reciben distintos mensajes: sonrisas, abrazos, atención, canciones, conversaciones. Estos mensajes –enviados principalmente en los primeros años de vida por su mamá, su papá y sus hermanos– van a ir constituyendo los cimientos de su imagen personal, la respuesta a esta pregunta: ¿quién soy? Esta respuesta va a ser la base de su identidad: “se quién soy, con mis virtudes y mis defectos”. ¿Qué es la autoestima, entonces? La autoestima es lo que cada persona siente por sí misma, el grado de satisfacción o insatisfacción que cada uno tiene consigo mismo, la medida en que le agrada su autoimagen. “La autoestima no es engreimiento ruidoso, sino que es un silencioso respeto por uno mismo, la sensación del propio valor. Me alegro de ser quien soy con mis virtudes y mis defectos”. Los padres somos, en consecuencia, una pieza clave en el desarrollo de una adecuada autoestima, ya que podemos y debemos ayudar a nuestros hijos a creer firme y sinceramente en sí mismos. ¿Esto significa que debemos adularlos, para que su imagen personal sea positiva y con ello su autoestima elevada? Por supuesto que no. Debemos elogiar pero también corregir a nuestros hijos, ya que la imagen que tengan de sí mismos debe ser real. Esto les marcará el rumbo para reconocer sus fortalezas y sus debilidades. Pensemos entonces que somos espejos para nuestros hijos, seguramente el más importante. Todo niño se valora y se respeta a sí mismo tal como ha sido respetado y valorado. Una adecuada autoimagen y con ello una elevada autoestima “convierte a nuestros hijos en adultos capaces de trabajar constructivamente, con la libertad necesaria para ser innovadores y constructores de paz”. Quizás estas breves reflexiones nos sirvan para ir encontrando la ruta que lé de sentido a nuestro esfuerzo cotidiano: ayudar a nuestros hijos a encontrar el camino hacia la felicidad. © http://www.economiaparatodos.com.ar/


Fuente:

Economía para todos

10 de Noviembre de 2008



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